martes, 17 de abril de 2012

Super Sandal


Ya se ocultaban los últimos rayos de sol cuando después de un día sin sobresaltos, un almuerzo y un pasar la tarde en lo de un pariente que vivía en un pueblo cercano, llego a su hogar; un monoambiente situado en una región no muy apartada del centro de la ciudad, pero no tan cerca como para evitar un colectivo. Abrió la puerta, se lavo las manos y se dirigió directamente a su pequeño altar, abrió el ropero y saco del ultimo estante una cajita larga y finita donde tenia sahumerios de alguna marca hindú, de la fragancia "Super Sandal" (nombre que siempre le había resultado un tanto gracioso), tomo una varilla del paquete, la coloco en el cenicero y aun sentado en "canastita" tomo del mismo estante una caja de cerillas, prendió una con la cual encendió la varillita y cerro los ojos; piel avícola, calor en el bajo vientre y una presión entre las cejas; volvió en si cuando el fuego en la cerilla le quemo las yema de los dedos. Con la misma calma con que un antílope vaga por la cumbre del valle sabiéndose solitario, se levanto de su posición y se dijo que no iba a pasar lo que quedaba de la noche en su hogar, camino unos pasos, tomo un libro y antes de abrirlo se miro a si mismo; estaba contenido por una paz absoluta, un estado de quietud deliciosa en la que se regocijaba y era feliz.
Habían pasado casi dos horas cuando ubico el señalador en una pagina y dejo de lado su lectura, fue a la nevera en busca de algo para cenar, tomo algo de jamón, queso y unos panes con los que elaboro unos emparedados de los mas simples que se conocen en cualquier parte del globo, fueron los mas deliciosos que jamas había probado... aun estaba inundado por esa calma alpina cuando termino de cenar, dejo los platos sobre la mesa y se dio a la fuga; tomo un colectivo que lo dejaba en el centro y se bajo en un bulevar por el que camino hasta que la ciudad se transformo en agua, doblo por el camino del bosque y se interno entre los arboles, a través de un sendero en el cual solían pasar algunos autos que en esta ocasión parecían estar de huelga. Camino contemplándolo todo durante algunos minutos cuando de pronto advirtió que en el suelo se comenzaban a divisar restos de una feria: tablones, estanterías, carritos, lonas, un maniquí acostado entre algunos caños; y todo aparecía en mayor cantidad en cuanto mas se acercaba a un codo que torcía el andar y se internaba mas aun en la espesura y la humedad del bosque, donde extrañamente brillaba un farol. La calma de montaña se empezó a agrietar con el avanzar y se termino por romper cuando, caminando doblo por ese codo en el camino y vio lo que tenia por delante, una feria completa, carpas, luces, comerciantes gritando precios unos sobre otros ofertando sus mercancías, grandes ollas humeando, niños corriendo, ancianos bebiendo en largas banquetas apilados en las barras de las carpas de aperitivos, pero lo mas extraño era que aquel camino terminaba... terminaba en un arroyo, en un caudal de agua muy ancho, tan ancho que no se divisaba orilla opuesta alguna, y en la costa, un individuo sobre una balsa, solo vestía pantalones, lo miraba y no decía nada, solo lo miraba, quieta y serenamente, sin ofrecerle abordar, sin pedirle que viaje... y sin mas cuando se percato de la situación estaba navegando ya a varios metros de la orilla en aquella balsa impulsada por el hombre que sin variar el rumbo, miraba hacia la bruma y remaba. -Todo es como la vida - dijo el hombre -Todo es como la vida, Nace, vive y muere, si tiene suerte se reproduce y deja un nuevo legado, de lo contrario, nace, vive y muere, cuando digo todo, es todo, así también como la pintura.- Al oír la palabra pintura miro seriamente al hombre que empujaba la barca, pues durante los últimos años había dedicado su vida a esta actividad, se había vuelto un obsesivo, leía, pensaba, vivía la pintura, creía que a ella iba a consagrar su vida y sin embargo hacia ya meses que no podía siquiera usar un pincel, oler el aroma de los óleos, sentir la plenitud en un lienzo en blanco. -Quizás la pintura encontró la muerte- siguió el hombre (que ahora parecía tener una luz que nacía en su frente y rompía la bruma mas próxima a la barca) o solo este enferma, por las dudas no tires los pinceles, no sea como a quienes los entierran y luego de un tiempo dan con el cajón rasguñado. Si de alguna manera me atreviera a decir que algo no respeta esas leyes es esto, una vez que te has subido a esta barca ya no puedes regresar, tampoco termina, así como esa bruma que tienes por delante, podrías saltar y caer en el agua claro esta, pero no podrías retroceder, solo quedarías flotando hasta que el inmenso vacío se empiece a meter por los pies e indudablemente comenzarías a nadar, no hacia atrás, no podrías, si no hacia adelante o a los costados, queriendo otra ves atravesar la bruma y sin darte cuenta estarías aquí arriba otra vez, sobre la barca mirando la niebla y cruzando a través de ella... oye! que es el pensamiento? - las palabras del hombre quedaron flotando en el basto vacío que se erigía ante sus ojos, no tenia cuerpo era solo algo que estaba y por un momento creyó pertenecer al todo, un rayo apareció de la nada y dio exactamente contra el, todo fue silencio.
Al abrir los ojos se encontró extrañamente en un lugar muy familiar, aroma a "Super-Sandal", un libro en el suelo, platos sobre la mesa y un boleto de colectivo en su bolsillo.

martes, 10 de abril de 2012

Oda tercera y los cantantes del Quilpo



Corría el 4to mes con toda su impronta otoñal y nos disponíamos a dejarnos llevar por el viento, a mecernos inciertamente por un vendaval desconocido, a pendular libremente impulsados por un hambre voraz (el que caracteriza a los perros que no comen por mucho tiempo) por el choque, por entonar una vez mas una oda al movimiento, por dejar libre a ese animal interior, a ese Nahual personal. Con las percusiones y los vientos que la tarde temprana nos otorgaba, comenzamos a entonar la melodía, 13 estrofas en total... 13 encuentros en el espacio-tiempo (que lejos de simbolizar la mala suerte, el 13 simboliza el cambio, la transformación, la transgresión al despojo, a lo sublime de no tener ataduras); 13 notas que albelgaron en sus párrafos desde arquitectos, autos convencionales, mosquitos de alguna marca de coches franceses, policías uniformados y hasta una acampada dentro de la terminal de ómnibus, de una ciudad cordobesa con el nombre de un grupo de felinos.
Luego de 33 horas de concierto llegamos al destino, pueblo mágico de punilla, San Marcos Sierra... conseguimos albergue en un lugar de camping y tomamos la cena (que habíamos recolectado mientras aun sonaba la melodía de apertura), compartimos la ronda con los demás viajeros, todo estuvo bien, y por esas singularidades pendulares que solo da el movimiento, ahí estaba Alvaro, trotamundos uruguayo, alquimista de los hilos de metal, con quien el destino ya nos había topado una vez en mi Rosario natal (esa ciudad en la que uno aparece, luego uno se esta cambiando de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, pero hay un lugar en el que nunca nadie entro por primera vez, y ese es el lugar natal), a el con su paño de objetos, a mi con el libro de Villarino bajo el brazo... indiscutiblemente, el viaje nos unía... En esa misma ronda, creí ver por primera vez a mi futuro yo, como si de algún doblamiento planar se trataba, ahí creí verlo, alguien con rasgos similares, vello facial, mirando el suelo en ocaciones, mirando a los ojos en momentos... siempre me quedare con la duda si el vio lo mismo al otro lado del fogón.
De la mano con el segundo sol, llegaron tambien las reflexiones sobre la mandarina y la separación del Yo en gajos, un almuerzo entrañable y el desplazamiento hacia las riveras de un rio con banda propia al canto de "Rio Quilpo, rio campeón", una noche con la quinoa y un posterior desayuno con te blanco y gengibre; al finalizar el día me encontraría otra vez en la plaza del pueblo, pero esta vez, sin acompañante, ya no eramos, solo era... el susurro del regreso me invadía como a un poseso y el outro de la opera comenzaba a sonar, una sinfonía con 6 movimientos se iría desenlazando a lo largo del camino, una noche en vela, un perro compañero, Aldo: el antropólogo y cultivador de semillas que iría a visitar a su madre después de un encuentro de contac en las sierras, Alejandro el uniformado que llegaría 2 horas tardes a su trabajo por los desperfectos técnicos de su automotor, y un vuelo casi directo hasta mi destino final serian algunos de los choques pendulares que solo el movimiento sabe generar.
Al llegar a mi hogar ya con el acto finalizado, 21 fueron en total las personas que prestaron su bondad y pusieron su confianza en el asiento vacío de su móvil, 21 que simboliza la unidad... y así realmente me sentía al llegar, un poco cansado, pero lleno, lleno de experiencia, lleno de encuentros, habiendo tratado de vivir en presente durante todo el trayecto y sabiendo que en parte lo había conseguido. Con los pies nuevamente en el lugar natal la pregunta surgió de repente y los dados comenzaron a bailar otra vez... cual sera el próximo destino que el Nahual interior elegirá para correr libremente???