martes, 18 de septiembre de 2012

El embajador del pan-chorizo

Recuerdo cuando niño, me entere de la existencia de un país que era mas chico que la ciudad en la que vivía, tenia la doceava parte de la población de la misma y con la gente que hablaba, nadie, nunca, había escuchado hablar de el; una suerte de velo cubría al pequeño país de los pirineos: Andorra la vella me había despertado la intriga. Con la imagen de Andorra entre dos valles me mande a la ruta; y si salir de Barcelona en un Mini Cooper me había llamado la atención, entrar en "La Vella" en un Porsche me curo para el resto del camino: Simon, primer y ultimo Andorrano que conocí en Andorra, catalán de lengua, paró en la banquina cuando nacía la noche con su camioneta-lancha de la escudería alemana, simpático como pocos, le agradecía al cosmos por haberme subido a charlar (estoy casi seguro que si viajábamos por una hora mas, me hubiese querido adoptar) me dejo en la puerta de la casa de Luis, mi amigo de Couch surfing, en la Parroquia de Canillo; así que en resumen: me levante en España, pase por Francia y un rato mas tarde entraba en Andorra, había tocado tres países en menos de lo que dura una jornada laboral.

Luis, español, de novio con una colombiana y papa de dos nenas angoleñas, me esperaba sin haber cenado aun: no era que me esperara; se había quedado dormido, así que mi retraso y su siesta se habían puesto de acuerdo para que comiéramos juntos, arroz a la cubana y otra receta mas para mi listita, suena el teléfono: Luis contesta, es una amiga... Maxi, estas muy cansado? - me pregunta - emmm no, no - me ayudas con una mudanza?... Así que al terminar de cenar partimos hacia "la capital más alta de Europa", y si viajar te llena de momentos inesperados, terminamos ayudando a mover unos muebles en la casa de Eric, el flamante 9 de la selección de futbol de Andorra, toma.


El mismo día en que hice mis primeros pasos como embajador del mate, Luis se puso el traje de guía y nos fuimos a ver que había, salimos en dirección de Os de Civis, un pueblito español que solo se puede entrar por Andorra , mientras no paraba de alagar el sabor que el mate dejaba en la boca y me contaba una breve historia del principado (el rollo viene mas o menos así: al parecer data del 1200, no hay ciudades, no hay provincias, lo que hay son "parroquias" y hasta 1970 había 6... pero a una la dividieron así que ahora hay una calle que si estas de un lado es una parroquia y si estas del otro es otra parroquia, y para colmo, a la calle le pusieron "calle de la unión"). Llegamos a los lagos de Tristaina y en el medio de la visita me vi envalentonado por mi ahora nueva medalla de embajador de las pampas: Luis conoces el choripan? - Tras una breve explicación salimos lo mas rápido posible en busca del tan preciado chorizo, pero la noche decidió que con el mate ya era demasiado (temí que al despertar me encontrara una nota sobre la almohada... "Ni se te ocurra lo de las empanadas" firmado por el Pantomaco) y cuando llegamos a Orduino lo único que encontramos fue un concierto de piano y violín gratis en donde los interpretes llegaron media hora mas tarde porque se habían olvidado que tenían que tocar... así que por esta vez, la música, la noche y el miedo a ver esa nota, le torcieron la muñeca al "pan-chorizo", como así Luis lo había bautizado.
Con los primeros frescos matutinos "la Vella" quedaba atrás mientras me alejaba sobre rutas mas altas que las nubes, en un auto amarillo y en dirección hacia Francia, con el objetivo de recorrer con mi amigo el pulgar casi 700kms antes que la noche me mordiera los talones.La odisea comenzó cuando Robin paro su auto en la calle de ese pueblo que nunca supe como se llamaba, (lo que si recuerdo es que tenia oferta de aguas termales por todos lados), también venia de Andorra y se traía varias botellas de vodkas y atados grandes de cigarrillo, se dirigía a Toulouse, así que me quedaba muy de paso. Quizás teníamos dos horas por delante, no lo recuerdo, pero después de hablar un rato, Robin me cazo la onda, "voy a poner un disco para vos" - enuncio y por los altavoces empezó a sonar el Chao y toda la Radio Bemba. Intrigado por saber a donde me dirigía, me pregunto por mi mapa: "tengo esto" conteste, mostrándole mi mapa echo a mano calcado desde el monitor; así que terminamos en su casa imprimiendo mapas, tomando café y tocando un didgeridoo; y como si el favor no fuese ya enorme, se ofreció a llevarme hasta la salida de la ciudad.
No pasaban las 3 de la tarde y me encontraba en el peaje de la ciudad de Montauban, me acababa de bajar de un auto que partía hacia un destino que no era el mío, solté las mochilas en el suelo y alcé mi pulgar en búsqueda del próximo anfitrión; 5 minutos morían cuando un Renault se paró frente a mi, Etiene, remera de mangas cortas, lentes de sol y barba rojiza: - Buenos días señor, se dirige a Limoges? - Limoges?, Sisi arriba (una sonrisa asomaba en su rostro); seis horas separaban los dos puntos tomando todas las rutas posibles para no pagar un peaje, el de Paris, yo Rosarino, mi destino era Limoges y se volvió Châteauroux , 200 kilómetros mas de lo acordado, auto-stopista de joven, conocedor de caminos, me invito un café en una estación de servicio y me contó que una de sus hijas vivía en Argentina y la otra en Suecia, me dio su numero de teléfono: si pasaba por Paris, estaba invitado a dormir en su casa.
Al despedirme de Etiene, solo me quedaban unos 50 kilómetros hasta mi destino y el sol aun estaba despierto, lo primero que paro fue un descapotable descapotado que solo me podía llevar diez de los cincuenta, daba igual, nunca me había subido a un descapotable así que le dimos marcha y 15 minutos mas tarde estaba haciendo dedo otra vez. A Luynes llegue en el auto de un couchsurfer que no paraba de reírse, llamo a la mujer y le dijo que se tenia que desviar, que había encontrado un loco haciendo dedo y que, para mi sorpresa, lo iba a llevar hasta el pueblo donde tenia que ir; pueblito abre las puertas, hemos llegado.

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